jueves, 23 de abril de 2009

Bullying - Acoso entre pares en las escuelas


Esta palabra en inglés puso nombre a una práctica que parece no tener fronteras: El acoso entre pares en los colegios.

María Zysman, psicopedagoga del equipo Bullying Cero Argentina, lo define como “un comportamiento prolongado de insulto verbal, rechazo social, intimidación psicológica o agresión física de uno o unos niños hacia otro que se convierte en víctima”, ,

Bullying, no denomina cualquier acto de violencia puntual, sino que apunta a describir un patrón de comportamiento; es decir, entendemos por “bullying” a:

- Una víctima, casi siempre indefensa, que es objeto de ataques reiterados de parte de uno o varios compañeros.

- Desigualdad de poder, ya que siempre hay un “fuerte” que se impone a un “débil”.

- Repetición: el acto agresivo se reitera, sucede durante un tiempo largo y de forma reiterada.

El bullying puede manifestarse de diferentes maneras, o sea que existen diversos tipos de acoso:

- Físico: Cuando las agresiones se presentan como golpizas, zamarreos, empujones, etc.

- Verbal: Los insultos, menospreciar al otrx, ignorarlo o burlas, que dañen su autoestima.

- Psicológico: Cuando el/la agredidx se reprime por miedo a las consecuencias de enfrentar a su agrsor/a.

El acoso escolar no es nuevo. Existió desde siempre. En la época de nuestros abuelos, según nos cuentan ellos, las “cargadas” se hacían casi en secreto. “Siempre se tomaba a uno de punto, al narigón, al gordo, al muy alto, o al muy bajito, pero esto tenía poca carga agresiva, era más bien motivo de risa y ahí quedaba”, recuerda un abuelo.

Lo más difícil a la hora de erradicar esta práctica violeta en la complicidad que genera en aquellxs que no son ni víctimas, ni victimarios directos; cómo lxs otrxs chicxs no intervienen para poner un freno al agresor/a.

Los agresores intentan sentirse superiores a sus víctimas, por eso les imponen el maltrato, con una víctima más “débil” que ellxs, entendiendo por débiles, en un contexto de desigualdad como en el que vivimos, a aquellxs que se enmarcan menos en los estándares de “normalidad” impuestos por la sociedad.

Lo más común es que los directivos de los colegios no intervengan para frenar estas violencias, y tiendan a invisibilizarlas, individualizándolas.

El Plan Nacional contra la Discriminación explica que “la imagen de los jóvenes que van construyendo los medios en su conjunto es francamente discriminatoria de sus capacidades. Esta situación puede llevar a acciones de violencia entre los espectadores adolescentes, que imitan modelos donde los ‘mejores’ se imponen a los ‘inferiores’ por el solo hecho de su poder. No se toman en cuenta las capacidades de cada uno; sólo se trata del ejercicio del poder sobre las víctimas”, evidenciando cómo los medios contribuyen a engendrar estas desigualdades.

¿Pero como poner freno a estas situaciones?

A diferentes actores, cabes diferentes responsabilidades:

Hacen falta políticas por parte de los estados para generar conciencia social sobre la problemática. A lxs docentes y directivos, intervenir en la prevención, y contención de la violencia ante las diferencias; a lxs estudiantes, intervenir cuando ven que a su alrededor se generan estas prácticas de abuso.

Dejar de mirar para otro lado, como enseña esta sociedad individualista, es la clave para terminar con la violencia.

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Por MCB - Desobedientes

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