Es sorprendente cuan preocupada está la gente por mantener su calidad de vida. Desde el sentido común podríamos decir que esa calidad de vida se sustenta sobre dos pilares esenciales: acceso a bienes y servicios y garantías de derechos.
Hace poco se realizaron marchas exigiendo más seguridad y, además, el poder condenar a prisión a jóvenes desde los 14 años.
Por ridículas que puedan parecernos estas demandas, ya durante el mandato de Néstor Kirchner se venía dándole vueltas al asunto. No es necesario que recordemos las insólitas (no sólo por sus reclamos, sino también por su convocatoria) marchas de Blumberg.
¿No es propio de nuestro tiempo el hecho de que el Congreso de
La multitudinaria marcha realizada en San Isidro tenía claras proclamas: desde justicia por los muertos de la inseguridad hasta cárcel a menores y más gendarmería en
Todos estos pedidos, todos estos deseos, no son, solamente, bienes y servicios que el Estado debería garantizar, sino que, además, son derechos que cada uno de los miembros de Nuestra Sociedad debería tener asegurados.
Ahora bien ¿quién dijo que es lo seguro y lo inseguro? ¿quién dice cuales derechos se pueden violar y cuales no? Porque si vamos a remontarnos a Nuestra Constitución Nacional, tendremos que reconocer, sin más remedio, que los derechos primordiales de cualquier ser humano, en el caso de estos delincuentes, menores, futuros imputables o como quiera llamárseles, no están siendo garantizados en absoluto.
¿Por qué hay que garantizarle a Doña Rosa el derecho a salir a hacer las compras sin temer por su seguridad cuando este derecho está violando uno de los derechos de estos menores, derecho intocable en Nuestra Sociedad actual, el derecho a la propiedad privada? Porque sí, Doña Rosa, usted, cada vez que pisa la vereda, está invadiendo la casa de los delincuentes. Nosotros repartimos el espacio público gracias a un acertado plan de vivienda. A mí me tocó un departamento, a Benetton le tocaron unos cuantos lagos patagónicos y a muchos pibes les tocó una plaza, o una esquina, o alguna entrada de algún negocio.
Teniendo en cuenta este derecho a la propiedad privada de los futuros menores imputables, vale analizar otro aspecto de la cuestión.
Si se quiere bajar la edad de imputabilidad de los menores, si se quiere encarcelar a un chico de 14 años, si se lo quiere tratar como a un adulto, también se le deberían otorgar a ese menor los mismos derechos de que gozan los adultos. Derecho a beber alcohol, derecho a trabajar, derecho a votar, derecho a portar un armar.
Esto, que no es más que el resultado lógico de un análisis científico-racional sobre el asunto (2 + 2= 4; si se puede ir a la cárcel más joven, se puede hacer todo más joven), deriva en la siguiente situación:
Si un menor matara de un tiro a un civil que circula inocentemente por la vía pública, no estaría cometiendo ningún delito porque: 1) la vía pública es de su propiedad, o sea que el civil está invadiendo propiedad privada; 2) como puede ser imputable, puede también portar un arma y usarla en defensa propia o de su familia o de su propiedad.
Así, dos derechos fundamentales del hombre neoliberal como el de propiedad privada y el de portación de armas, terminaron con el conflicto de la seguridad.
Ahora, la única que nos queda es hacernos cargo de que lo que no queremos es cruzarnos con esos villeros cada vez que salimos de nuestras casas y empezar a tomar decisiones. Nuestra Sociedad así lo exige, como bien lo expresó una destrozada madre a quien la inseguridad le arrebató una hija y quien pidió a gritos ¡liberar las manos de la policía!
¿Qué habrá querido decir?
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