domingo, 30 de noviembre de 2008

La disciplina de los cuerpos de las mujeres - El caso de Eli Díaz parte 1



“Aunque luchemos por los derechos sobre nuestros propios cuerpos, los cuerpos por los que luchamos nunca son lo suficientemente nuestros. El cuerpo tiene una dimensión invariablemente pública. Constituido en la esfera pública como un fenómeno social, mi cuerpo es y no es mío”

Elizabeth Díaz fue encontrada desnuda, mojada en agua y sangre, tirada en el baño de la casa donde trabajaba como empleada doméstica.
El 8 de febrero del año 2006, en San Javier a165 kilómetros al oeste de la ciudad de Córdoba, quienes la asistieron creyeron que había abortado porque encontraron en el bidé lo que creyeron que era un feto. Luego sabrían que era una placenta. Nadie supo nunca de su embarazo de nueve meses.
Ella llegó al hospital abrazando un bolso. Cuando lo abrieron encontraron el cuerpo muerto de una niña de 3,250 kilogramos.
Los peritos indicaron que la beba había vivido para inmediatamente morir por golpes recibidos en su cráneo. Por tal motivo la joven estuvo alojada en la cárcel de mujeres de Bouwer durante 8 meses.
Durante el juicio en su contra, Eli (como todos la conocen en San Javier) relató que mató a la criatura porque era el resultado de los sucesivos abusos a los que la había sometido desde que tenía 9 años (y por casi una década) su patrón, Arturo Benavídez, un hombre casado y padre de dos hijos. Un estudio de ADN posterior probó la paternidad que la joven alegó.
El proceso judicial, llevado a cabo en Córdoba, contó con un jurado popular, es decir sus propios vecinos, que comprendieron que después de diez años de abuso y violencia, Eli respóndío ante la beba en la severamente afectada psiquicamente. Quedó absuelta.
El pasado 10 de noviembre a casi tres años de lo sucedido comenzó en Córdoba el juicio a Benavides, empresario de 62 años, quien tras haberse comprobado la paternidad del bebe muerto, gestado por abusar sexualmente de Eli, se encuentra detenido en Cruz del Eje. Por los hechos Benavides fue condenado a ocho años de prisión (dos años menos de los que abusó de Eli).

En un país donde el 90% de los casos de abuso quedan impunes, y con el precedente del caso de Romina Tejerina, donde el violador goza impunemente de su libertad mientras Romina lleva más de cinco años privada de su libertad acusada de responsabilidad por la fiscal "por llevar falda corta", el caso de Eli es un paso adelante. Pero este avance, gracias a la valentía de Eli, y al repudio del pueblo frente al abuso cometido, siguen siendo ridículos si pensamos que la pena del agresor es la mínima, es dos años meños que el tiempo que abusó de Eli, y es la mitad de la pena de Romina Tejerina.

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