Según números oficiales, en Argentina hay 900 mil niñas madres. Otro millón de chicos entre 12 y 15 años, son hijos de madres adolescentes. Por qué decimos que la maternidad precoz, el delito menor, la mortalidad infantil y el analfabetismo, tiene como denominador común a la pobreza.
Redacción: La Cantora
------------------------------------Serie Imputables - María Suarez, Viedma
La Cantora - Río Negro
La mitad de los chicos de la Argentina, no comen bien todos los días a pesar que nuestro país produce alimentos para trescientos millones de personas. Por otra parte, según estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación, más de 3 mil bebés nacen anualmente de chicas de entre 10 y 14 años, y hay 900 mil madres niñas en todo el territorio nacional. A grosso modo, de cada veinte niños que nacen, tres son hijos de chicas que están en la pre-adolescencia
Otro estudio, realizado por investigadores del Centro de Estudios de Población, señala que esas niñas mamás tuvieron hijos con hombres que las superan en al menos 10 años –en el 80 por ciento de los casos–, o en 20 años –en el 20 por ciento restante–. La cantidad de nacimientos de madres menores de 15 trepó a 3.050 casos en 2001, contra los 986 que se registraban en 1960.
Mientras tanto, Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, vigente desde hace seis años, está contribuyendo con su aplicación “a mejorar la estructura de oportunidades”; aunque no específica en qué consisten las mismas.
Otro estudio, esta vez del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) indica que cerca de la mitad de las madres adolescentes argentinas no se cuidó en su primera relación sexual porque pensaba que en esa etapa no había riesgo de embarazo. La investigación revela, sin embargo, que un 84 por ciento de esas jóvenes sabía de la existencia del preservativo, y un 82 por ciento sabía de las pastillas anticonceptivas, aunque el 47 por ciento de ellas no se cuidó en esa primera relación.
Basta con recorrer las salas de atención primaria y hospitales de los principales centros urbanos del país, y observar que cenas de niñas madres desfilan por los pasillos, solas, con sus hermanos o con sus madres que rara vez superan los veinticinco años. El 80 por ciento de los casos, se trata de chicas provenientes de las barriadas más pobres de esas ciudades; con la escolaridad mutilada y con signos de desnutrición evidentes. No es difícil imaginar que el trasfondo de ello, es el crecimiento exponencial de las cifras de mortalidad infantil.
Según los especialistas del establishment –los mismos que asesoran en los despachos gubernamentales-, la problemática del embarazo adolescente, está asociada a una deficiente política de educación sexual en las escuelas, pero sobre todas las cosas, en la familia.
Los mismos gurúes también afirman, que la mortalidad infantil no es un indicador indirecto de desnutrición, y que tampoco está asociado a la problemática de la infancia, sino que el rol del núcleo familiar se ha “tergiverzado”, asociado esto a que la red de contención institucional no da abasto para cubrir “el aumento demanda efectiva de asistencia, consecuencia del período post-crisis”.
Una de las fuentes consultadas, mostraba datos sobre la relación directa entre la criminalidad y la desnutrición. Según los datos aportados, el 80 por ciento de los imputados en crímenes contra la propiedad privada, habían sido niños con desnutrición de segundo y tercer grado. La misma fuente nos develaría que en América Latina, “el 50 por ciento de las muertes que se producen en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición”.
Retomando los estudios, un informe realizado por el Ministerio de Desarrollo Social argentino y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señaló que el 70 por ciento de los chicos que están encerrados en un instituto de menores cometió un delito contra la propiedad. Aunque aclara que en la mayoría de los casos, el ilícito se cometió sin armas.
Las puertitas del Dr. Menguelle
El pasado miércoles 29 de Abril, el “Especialista en Medicina Legal” Alejandro Bevaqua, rezaba lo siguiente en una columna especial encargada por el diario Río Negro, matutino de la provincia homónima y parte del Grupo Clarín:
“No nos engañemos; si bien es cierto que son menores de edad según la legislación vigente, no menos real es que son verdaderos delincuentes. Que el origen de su accionar delictivo sea multicausal y digno de estudio y atención por parte de la sociedad no implica, a su vez, que no se trate de verdaderos criminales que roban, violan y matan sin compasión ni remordimiento alguno por su parte”.
Y continúa en párrafos siguientes: “Ahora, sea ya que consideremos a la persona plenamente imputable, absolutamente inimputable o desde una posición intermedia de imputabilidad atenuada, lo cierto es que quien delinque -no hablemos de travesuras de adolescentes o del hurto famélico sino de verdaderos criminales: violadores, homicidas, delincuentes reincidentes, etcétera-, quien no puede controlar la bestia de su instinto y por ende es incapaz de dirigir sus actos, no debe circular libremente entre el común de los ciudadanos”.
Probablemente, la madre de Bevaqua sea una gran señora. Seguramente lo sean también, las 400 mil niñas madres que, entre 1994 y 1995, dieron a luz a un gran porcentaje del casi un millón de adolescentes que hoy no asisten a la escuela en Argentina. Ellas sin saberlo, estaban pariendo a la consecuencia de la desintegración social, la marginación de otros millones de personas, la destrucción de la escuela pública, el hambre y su desempleo.
Bienaventuradas las malas madres, que como cada noche, paren a un niño; y sin que importe su nombre, al ver la luz lloran, porque vaya a saber lo que les espera.
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Nota original - Colctivo de comunicadores La Cantora
www.lacantora.org.ar
Otro estudio, realizado por investigadores del Centro de Estudios de Población, señala que esas niñas mamás tuvieron hijos con hombres que las superan en al menos 10 años –en el 80 por ciento de los casos–, o en 20 años –en el 20 por ciento restante–. La cantidad de nacimientos de madres menores de 15 trepó a 3.050 casos en 2001, contra los 986 que se registraban en 1960.
Mientras tanto, Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, vigente desde hace seis años, está contribuyendo con su aplicación “a mejorar la estructura de oportunidades”; aunque no específica en qué consisten las mismas.
Otro estudio, esta vez del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (Celsam) indica que cerca de la mitad de las madres adolescentes argentinas no se cuidó en su primera relación sexual porque pensaba que en esa etapa no había riesgo de embarazo. La investigación revela, sin embargo, que un 84 por ciento de esas jóvenes sabía de la existencia del preservativo, y un 82 por ciento sabía de las pastillas anticonceptivas, aunque el 47 por ciento de ellas no se cuidó en esa primera relación.
Basta con recorrer las salas de atención primaria y hospitales de los principales centros urbanos del país, y observar que cenas de niñas madres desfilan por los pasillos, solas, con sus hermanos o con sus madres que rara vez superan los veinticinco años. El 80 por ciento de los casos, se trata de chicas provenientes de las barriadas más pobres de esas ciudades; con la escolaridad mutilada y con signos de desnutrición evidentes. No es difícil imaginar que el trasfondo de ello, es el crecimiento exponencial de las cifras de mortalidad infantil.
Según los especialistas del establishment –los mismos que asesoran en los despachos gubernamentales-, la problemática del embarazo adolescente, está asociada a una deficiente política de educación sexual en las escuelas, pero sobre todas las cosas, en la familia.
Los mismos gurúes también afirman, que la mortalidad infantil no es un indicador indirecto de desnutrición, y que tampoco está asociado a la problemática de la infancia, sino que el rol del núcleo familiar se ha “tergiverzado”, asociado esto a que la red de contención institucional no da abasto para cubrir “el aumento demanda efectiva de asistencia, consecuencia del período post-crisis”.
Una de las fuentes consultadas, mostraba datos sobre la relación directa entre la criminalidad y la desnutrición. Según los datos aportados, el 80 por ciento de los imputados en crímenes contra la propiedad privada, habían sido niños con desnutrición de segundo y tercer grado. La misma fuente nos develaría que en América Latina, “el 50 por ciento de las muertes que se producen en América Latina tienen como telón de fondo la desnutrición”.
Retomando los estudios, un informe realizado por el Ministerio de Desarrollo Social argentino y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señaló que el 70 por ciento de los chicos que están encerrados en un instituto de menores cometió un delito contra la propiedad. Aunque aclara que en la mayoría de los casos, el ilícito se cometió sin armas.
Las puertitas del Dr. Menguelle
El pasado miércoles 29 de Abril, el “Especialista en Medicina Legal” Alejandro Bevaqua, rezaba lo siguiente en una columna especial encargada por el diario Río Negro, matutino de la provincia homónima y parte del Grupo Clarín:
“No nos engañemos; si bien es cierto que son menores de edad según la legislación vigente, no menos real es que son verdaderos delincuentes. Que el origen de su accionar delictivo sea multicausal y digno de estudio y atención por parte de la sociedad no implica, a su vez, que no se trate de verdaderos criminales que roban, violan y matan sin compasión ni remordimiento alguno por su parte”.
Y continúa en párrafos siguientes: “Ahora, sea ya que consideremos a la persona plenamente imputable, absolutamente inimputable o desde una posición intermedia de imputabilidad atenuada, lo cierto es que quien delinque -no hablemos de travesuras de adolescentes o del hurto famélico sino de verdaderos criminales: violadores, homicidas, delincuentes reincidentes, etcétera-, quien no puede controlar la bestia de su instinto y por ende es incapaz de dirigir sus actos, no debe circular libremente entre el común de los ciudadanos”.
Probablemente, la madre de Bevaqua sea una gran señora. Seguramente lo sean también, las 400 mil niñas madres que, entre 1994 y 1995, dieron a luz a un gran porcentaje del casi un millón de adolescentes que hoy no asisten a la escuela en Argentina. Ellas sin saberlo, estaban pariendo a la consecuencia de la desintegración social, la marginación de otros millones de personas, la destrucción de la escuela pública, el hambre y su desempleo.
Bienaventuradas las malas madres, que como cada noche, paren a un niño; y sin que importe su nombre, al ver la luz lloran, porque vaya a saber lo que les espera.
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Nota original - Colctivo de comunicadores La Cantora
www.lacantora.org.ar
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